Qué es psicoterapia humanista
La Psicoterapia Humanista abarca muy diversos enfoques psicoterapéuticos: Desde su origen en el Psicoanálisis Humanista de Erich Fromm, pasando por la Psicoterapia Centrada en el Cliente de Carl Rogers y el Análisis Transaccional de Eric Berne, las aportaciones conceptuales y terapéuticas de A. H. Maslow y de V. Frankl, seguramente la Psicoterapia Junguiana, la soberbia e imaginativa Hipnoterapia Ericksoniana de Milton Erickson (no confundir con Erik Erikson), la Programación Neurolingüística de Bandler y Grinder, la Gestalt de F. Perls, la elegante y sensible Terapia Familiar Sistémica de Virginia Satir; y ya más dentro de la mirada transpersonal: las inspiradas Constelaciones Familiares de Bert Hellinger y los enfoques relacionados con la Filosofía Perenne que tan bien describe Ken Wilber; y seguro que me dejo alguno en el disco duro.
Todas estas terapias, aún aproximándose desde ángulos distintos a los conflictos vitales, tienen un presupuesto común: El ser humano, en su esencia, está bien, no está enfermo, ni aquejado de ninguna falta o pecado original, ni es una máquina que pueda salir defectuosa, ni está en su naturaleza tender hacia el mal sin más. Todos y cada uno de los seres humanos tenemos un alma, una esencia, da igual como lo llamemos, que está bien y puede desarrollar su peculiar, único e intransferible potencial al máximo en su vida. Para ello sólo necesita cubrir sus necesidades básicas de Amor y Valoración en sus diferentes acepciones (alimento, cariño, respeto, pertenencia, reconocimiento, etc.) y entonces se desarrollará plenamente según sus capacidades únicas.

La condición más importante para el desarrollo del amor a la vida en el niño es estar con gente que ama a la vida
Erich Fromm
Desde este supuesto, el terapeuta humanista no tiene que hacer nada ajeno a la persona, no tiene que “arreglarla” ni “hacerla funcional”, el terapeuta no cura, no hay paciente al que curar, por eso se le llama “cliente”, el paciente ha de ser el terapeuta ya que debe acompasarse y adaptarse a la persona que le solicita la ayuda. La propia palabra psicoterapia lo dice en su origen etimológico griego: servir, cuidar, acompañar (therapeia) al alma (psyché) de un semejante.
El terapeuta lo que hace es ayudar al cliente a descubrir y/o a cubrir sus carencias, sus necesidades básicas insatisfechas, para que el propio Ser del cliente haga los movimientos necesarios para tomar lo que necesita y abrirse hacia la salud que en última instancia es la fidelidad a sí mismo, a su propia naturaleza. A su esencia.
Cada escuela de psicoterapia humanista hace hincapié en distintas maneras de ayudar a conseguir esto. Unas no intervienen nada, o eso se creen, como algunos estilos de psicoanálisis, otras pretenden aportar lo mínimo posible como el enfoque rogeriano o las Constelaciones Familiares y otras empujan mucho como la terapia gestáltica ortodoxa.
En última instancia, cada terapeuta escoge las ideas y herramientas que más le encajan para su labor de acompañamiento. Así que, a partir de este punto, voy a continuar contando lo que más me funciona a mí como terapeuta sin tener que advertir continuamente que esta es mi visión personal y no algo universalmente aceptado.
En psicoterapia humanista, que también se podría denominar como Counselling o Asesoramiento o Consultoría Vital, no se hacen diagnósticos ya que el ponerle esa o cualquier otra etiqueta al cliente se le fija en una posición patológica o al menos descriptiva, cuando lo que queremos es que realice un proceso de transformación de sí mismo para ser más él o ella misma.
Por supuesto, no se prescriben ningún tipo de medicamentos, ni compuestos o remedios de otros tipos a no ser que se esté cualificado específicamente para ello.
La psicoterapia debe tener objetivos consensuados explícitamente por el facilitador y el cliente. Esto evita perderse en exploraciones o divagaciones inútiles y aumenta la eficacia de la terapia, además de acortar su duración.
El psicoterapeuta humanista no funciona como una autoridad a la que hay que obedecer para curarse, sino como un ser humano que es experto en procesos de cambio vital y acompaña a otro ser humano en la búsqueda de orientación y soluciones vitales. Por lo mismo, no se utiliza un lenguaje con terminología difícil y el terapeuta se adapta a la forma y el nivel de expresión del cliente.

Los hombres llevan dentro de sí no sólo su propia individualidad, sino a toda la humanidad con todas sus potencialidades
Goethe
Por ello es indispensable que el psicoterapeuta haya hecho su propia psicoterapia y esté en un proceso constante de aprendizaje y crecimiento como persona y como ser transcendente. Y, por supuesto, como profesional estudiando y aprendiendo de otros profesionales. La psicoterapia es un arte, y el perfeccionamiento honesto y profundo del terapeuta es lo que le afina para ser un buen instrumento al servicio de la sanación de sus semejantes. Además debe tener integrado un comportamiento ético impecable, haré un post específico sobre este tema más adelante, pero simplificando podría decirse que el terapeuta no debe necesitar ni querer ni esperar nada de su cliente, excepto la expectativa de que cumpla su parte del acuerdo en cuanto a recuperación y el cumplimiento del pago económico acordado.
En su relación con el cliente el terapeuta debe mostrarse con autenticidad, siendo él o ella misma, sin intentar apoyarse o escudarse en ningún rol que le ponga por encima de quien va a hacer la consulta, eso indicaría que se está defendiendo de quien debe ayudar, difícil paradoja. Debe haber aprendido a abrirse y escucharse a sí mismo para saber desde dónde está actuando, y de esa manera escuchar y aceptar genuinamente al cliente, que sólo así puede sentirse con permiso para ser él o ella misma, tal y como se sienta en ese momento. Parafraseando a Goethe, en el corazón del terapeuta deben estar todos los seres humanos, la única forma genuina de ayudar a otro ser humano en cuestiones existenciales es crecerse en amor donde el otro sufre y para ello es necesaria esa identificación empática, incluso compasiva, en el sentido budista no en el católico.
A partir de ahí, el counsellor o terapeuta, puede utilizar un inmenso repertorio de herramientas de transformación que pueden venir de los enfoque más diversos, para ofrecérselas al o la cliente. El arte entonces consiste en “adherirse” y “seguir” a la persona, igual que se hace en la técnica de “empuje de manos” en taichí. Ciertamente son disciplinas muy parecidas, la diferencia sustancial es que en terapia lo que buscas es el equilibrio de tu prójimo, todo lo contrario del taichí, que como arte marcial, pretende sacarle de su centro.
La psicoterapia humanista está abierta a nuevas y continuas influencias, revisiones, herramientas, formas de intervención,… está abierta a enriquecerse con las continuas aportaciones que terapeutas, pensadores, artistas,… hacen para atender a personas que necesitan ayuda y la buscan desde su ser peculiares, únicos, irrepetibles enriqueciendo así este noble arte de ayudar al prójimo.
Y por si quieres saber más de esta filosofía indispensable para que los seres humanos seamos capaces de realizar un buen futuro, aquí te dejo el link de El Arte de Amar de Erich Fromm en La Casa del Libro. Que lo disfrutes.
¡Que todos los seres sean felices!