Llamada a la Paz en el Corazón del Hombre
La primera noticia que recibo de los terribles e injustificables atentados de París es como un puñetazo que hace que se tambalee mi paz interior. Se me revuelve el miedo adormilado por las ventajas sociales que aún disfrutamos los ciudadanos europeos tras las guerras del siglo pasado en nuestro continente. Y asisto una vez más a la respuesta instintiva de muchos, que los gobiernos responsables se apresuran a capitalizar, de responder a la violencia con violencia. Sobre el miedo, más violencia. Ojo por ojo, diente por diente. Como si aún nos quedaran ojos y dientes en esta terrible historia de la infamia que es la de la Humanidad, elevando así la espiral de la brutalidad a nuevas cotas de injusticia y desigualdad.
Cuando la solución es más simple, más inmediata: Hasta que no hagamos la Paz en nuestros corazones, no habrá paz en el mundo. Pero claro, la paz no proporciona tantos beneficios económicos, tantos privilegios, como las guerras para aquellos que las promueven, y si no, follow the money, como en las novelas policiacas.
Y mientras, los ciudadanos, ignorantes, seguimos comprando esas mentiras que destilan los negociantes sin alma, aceptándolas en nuestras mentes, sintiéndolas en nuestros cuerpos. Las compramos en cada programa de noticias que vemos sin reflexionar, en cada editorial que leemos sin juicio crítico e informado de verdad, en los medios de manipulación y desinformación, en cada mensaje de nuestros propios dirigentes, que nos dirigen pero no nos sirven porque sirven a otros. A los mismos que se lucran con la pobreza y la muerte de los seres humanos, con el envenenamiento de la Tierra. Es cierto que la violencia en la puerta de casa es una motivación muy poderosa para arrojarse en los brazos del sinsentido común. Así los mercaderes de la violencia pueden continuar su comercio con el respaldo de la “opinión pública” aunque ésta opinión resbale sobre la superficie del miedo con las tripas encogidas y la claridad mental perdida.
El mundo, digámoslo claro, está gobernado por la AVARICIA en la mente de los hombres y, como la avaricia no vende porque es anti-natura, ahí está la HIPOCRESÍA para tragarnos la píldora o hacérsela tragar a otros, y si no cuela, pasamos al ABUSO para darle carta de realidad al mal en el Mundo.
La avaricia es falta de AMOR.
La hipocresía es la negación de la VERDAD.
Y el abuso es el desprecio de la BONDAD.
Hasta que no nos desprendamos del miedo en nuestro plexo solar y la violencia en nuestro Corazón, no realizaremos esas tres virtudes básicas en nuestro Ser y en el Mundo.
Om Sat Chit Ananda – ¡Verdad, Bondad y Belleza para todos los Seres Humanos!
Om Shanti Shanti – ¡Que todos los Seres Humanos convivamos en PAZ!
AMÉN
Aquí te dejo una meditación-relajación para enviar Paz al Mundo y a tu propio Corazón. Gracias a Gerard Shanti por su preciosa foto mandada desde Nepal. Y a Manuel Álvarez por la música de fondo.