Cómo hablar con el Cuerpo, las Emociones, la Mente y el Alma
La Educación Emocional Integral mira a los seres humanos desde cuatro aspectos fundamentales: Cuerpo / Emocionalidad / Mente / Espíritu. Todos ellos están interrelacionados ya que interactúan unos con otros, no se pueden separar sin graves consecuencias.
Si los representamos como los vértices de un tetraedro se puede ver más claro cómo cada uno de ellos está conectado con los otros tres.
El alma llega a la mente por la inspiración, la alta sabiduría. A la emoción por las experiencias de elevación y de dicha. Y al cuerpo por la apertura y la sanación.
La mente llega al alma por las ideas elevadas: la ética, la devoción,… Al cuerpo por las creencias limitantes o liberadoras, ya sabes: “el cuerpo se cree todo lo que dice la mente”. Y a la emoción por la narración de historias, da igual que sean reales o inventadas, nuestra emocionalidad resuena con ellas por simpatía, por sinergia. Así de bien funcionan la literatura, el cine o el teatro.
La emocionalidad llega al alma por la pasión, el éxtasis. A la mente por las ideas sin forma verbal, las impresiones. Y al cuerpo por la activación o reposo de diferentes funciones corporales.
Y el cuerpo llega al alma por su belleza, su armonía, por la maravillosa complejidad de su existencia, al igual que el resto de la naturaleza, baste pensar en la danza o el canto. A la mente por las sensaciones físicas que provocan diferentes posicionamientos de nuestra mente al reaccionar frente al dolor o al placer. Y a la emocionalidad a través de las experiencias de los sentidos.
Todas estas relaciones, que por supuesto quedan abiertas a más interpretación y exploración, serían un estupendo objeto de trabajo en cualquier taller o clase de educación emocional.
Para simplificar el modelo, podemos utilizar la rueda dividida en cuartos, como la Rosa de los Vientos, o como la Rueda Medicina de las tradiciones indígenas de diversas partes del mundo. Con lo que nuestro mapa quedaría así:
Mucho más fácil y claro a la hora de realizar ejercicios prácticos. Pero antes de poder utilizar un mapa como este, debemos conocer la forma correcta de relacionarnos, de “hablar”, con esas diferentes manifestaciones de nuestro existir.
Un excelente libro, muy práctico para trabajar con la Rueda Medicina, es el recientemente traducido al español Las cuatro direcciones de Daan van Kampenhout. Aquí te dejo su link en La Casa del Libro.
Cómo hablar con el Cuerpo, la Emoción, la Mente y el Alma
Para poder tener éxito en este viaje de descubrimiento de nosotros mismos, debemos aprender primero la forma específica de relacionarnos con cada uno de esos aspectos, si no, corremos el riesgo de meternos en callejones sin salida, habitualmente empujados por un error en el manual de instrucciones de nuestra mente. Y con error me refiero a que nuestro Sistema de Creencias no esté alineado con nuestro Ser, con nuestra alma, nuestro yo profundo. Pero vamos por partes.
Cuerpo
Para “hablar” con el cuerpo, escucharle e indagar en él, nos centramos en las sensaciones físicas. Cierres, molestias, agitación, peso, apertura, descarga, etc. Esto es, no interpretaciones de cómo está mi cuerpo, no ideas, y tampoco emociones, aunque estas ya estarían más cerca de lo sensorial.
Emociones
Para relacionarse con las emociones lo fundamental es entender que todas funcionan igual. Son como una ola. Surgen, se hacen más intensas, llegan a un máximo y luego caen y desaparecen, igual que una ola. Si las negamos o las contenemos, hacen lo que el agua, suben y suben y suben, acumulándose hasta que hacen estallar la presa. Bien desbordándose hacia afuera o contra nosotros mismos.
Así que para manejar las emociones, que sólo expresan nuestra necesidad de acción, les damos espacio para crecer lo que necesiten y tiempo para que hagan su curva, y desaparezcan naturalmente.
A veces son muy intensas y, por tanto, inquietantes, entonces lo que hacemos es mirarlas lo más distantes que podamos, igual que si estuviéramos en un cine y decidiéramos irnos unas filas más atrás hasta sentir que tenemos control mientras dura el proceso.
Mente
La mente tiene una ventaja que puede llegar a convertirse en problema, y es que es muy lista y muy rápida. Es como esos correctores del teléfono móvil que se adelantan a lo que nosotros queremos realmente escribir. La verdad es que es tan lista y tan rápida porque hace trampa, funciona con luz, electricidad, y las respuestas que le pedimos ya las tiene escritas. Mientras que el cuerpo es mecánico y tiene que explorar el interior y el exterior para responder a dónde y cómo estamos ahora.
Así que para poder trabajar con la mente, que es la que desencadena las sensaciones físicas y las emociones a la velocidad del rayo, tanto que cuando ya tenemos el nudo en el estómago y empezamos a cabrearnos, ni nos acordamos de qué pensamiento se nos cruzó por la mente, necesitamos bajarnos de ese tren de alta velocidad.
Y esto se hace centrándonos en el cuerpo, en la respiración y en las sensaciones corporales. La mente seguirá generando pensamientos, haciendo su trabajo, pero nos desenganchamos de ellos. Los soltamos como si fueran un globo que sigue su camino hasta desaparecer. Uno tras otro, mientras que volvemos a poner la atención en nuestro cuerpo, sensaciones físicas, ¿me pica? ¿se encoge? ¿se abre? Y hasta que no hemos vuelto a la calma corporal, no nos planteamos qué dijo nuestra mente y si de verdad era razonable y bueno para nosotros.
Alma
La mejor forma de hablar con el alma, con el espíritu, es el silencio.
Sólo más allá del ruido del parloteo y las ideas preconcebidas de la mente, podemos escuchar lo invisible. Lo sutil. Para este “saltarnos” nuestra mente hay muchas técnicas y trucos diferentes. El más conocido es el de la práctica de la meditación. En el dibujo tienes un enlace a un artículo que escribí hace tiempo sobre meditación.
Pero hay muchas otras maneras de dejar a un lado ese bla-bla-bla continuo en nuestra cabeza. Lo primero que hace falta saber es que la clave no está en dejar de pensar. La mente hace su trabajo, que es generar pensamientos, así que la dejamos que lo haga. Pero nosotros nos soltamos del tirón de esos pensamientos. Podemos utilizar “permisos” como por ejemplo las cartas del Tarot, no como método de predicción, sino como sabias consejeras o su equivalente chino, el I Ching. Podemos desplazar nuestra intención en otros objetos o personas como se hace en Constelaciones Familiares o en algunas técnicas de sanación, y al delegar, la Conciencia se expresa a través de estos elementos externos, sorteando así las protecciones de nuestra mente. Podemos utilizar la oración para consultar. O el recitado de mantras o cualquier otra técnica repetitiva de trance. Hay muchas maneras y tú puedes experimentar y encontrar la tuya.
¡Buen viaje de descubrimiento!
Aquí al final te dejo un ejercicio de introspección por si quieres practicar con la Rueda de los cuatro aspectos de nuestro Ser. Y si quieres una experiencia más amplia, poderosa y duradera, te recomiendo unas vacaciones especiales este verano, en un sitio precioso, donde se trabajarán estas cosas y muchas más. La Rueda de la Vida.
Ejercicio de percepción interna
Obtención de información holística sobre un conflicto o asunto cualquiera y, por tanto, de recursos para su resolución.
Para ello utilizamos la metodología de Constelaciones Familiares con muñecos, esto es, a un objeto, puede ser cualquier cosa pequeña y manejable, o un dibujo, le asignamos explícitamente la representación del conflicto:
“Tú eres mi problema de …………..”, lo que quiera que desees explorar.
Y lo colocas en el centro de la rueda, en el suelo o en una mesa. Y asignas también una posición a cada uno de los aspectos cuerpo/emoción/mente/alma, lo puedes hacer igualmente con objetos o dibujos.
Entonces puedes ir colocándote en cada una de las posiciones a ver qué surge al mirar el conflicto desde la perspectiva del cuerpo, de la emoción, de la mente y del alma. Te colocas en la posición, o sostienes el objeto que la representa, y dices:
“Yo soy la Emoción. Y desde aquí observo este asunto.” Y esperas.
Lo que quiera que surja está bien, y ten en cuenta que todo lo que surge son pistas que nos pueden a ayudar a ver lo que tenemos velado en relación a ese problema, así que no desprecies nada aunque tu mente lo considere tonto, insignificante, ya conocido o que no tiene relación con el tema.
Como habrás notado la palabra surgir es fundamental. No se trata de reflexionar o elaborar mentalmente, sino de estar en una actitud abierta, curiosa y expectante para ver lo que aparece “siendo” el cuerpo, o cualquiera de los otros aspectos, respecto del problema.
¡Que tengas una buena sesión de descubrimiento!
Y ya sabes, si tienes dudas, puedes hacer tu pregunta en el espacio de comentarios de más abajo.
Gracias.